La gente de La Iglesia tenía por costumbre y misión llevar a cuesta papel, pluma y tinta que les sirviera para matar el ocio y contabilizar todo lo que a sus pasos vieran y, cuando no veían mucho, pongamos, en sus travesías por la mar oceánica, recopiaban lo escrito.

Es, gracias a de las Casas, Utrera y Fray Domingo Fernández de Navarrete entre otros, que hoy día se conocen muchísimos detalles del pasado que nos permiten extender, cual mapa sobre la mesa, el hoy de muchos pueblos.

De las Casas y Utrera dejaron detalles de la colonización que solo la serie española, “El Ministerio del Tiempo”, supera.

Fernández de Navarrete, dominico, duró en China lo suficiente como para aprender la cultura, idioma incluido, que ha permitido saber más de ese lejano y diferente país. Todo un Champolión. Cuando a uno de sus emperadores se le antojó que este estaba averiguando más de la cuenta, le paró el coche y evidentemente que Navarrete no le presentó la otra mejilla, ni ninguna, que pendejo no era. ¡A juí tití! Toda esa aventura está bien documentada desde que tomó los hábitos religiosos en el 1630 hasta entrar por el túnel de la eternidad en 1701.

En todos esos tumbos a lomo de naos vagabundas que lo jamaquieaban sobre olas gigantescas, Fray Domingo vino a parar al Caribe, que era más que ombligo del “Nuevo Mundo”. Es tan así que cuando lo nombraron arzobispo de La Catedral Primada de 1677 a1690 tenía bajo su mando las diócesis de Cuba donde ya se oían los cañonazos de los futuros enfrentamientos contra los mambises que no creían en cuento, y menos sus cuentos chinos auténticos y de cajeta, traídos directamente desde las proximidades de La Gran Muralla, único vestigio humano terrestre que se ve desde La Luna.

También dominaba, eclesiásticamente, a Puerto Rico, Santa Marta, Cartagena de Indias (Colombia), Comayagua (Tegucigalpa), o sea, El Gran Caribe.

La Catedral, que ya tenía casi 200 años de construida, era su búnker, el mismo que Fray García Padilla no ocupó, aunque ordenó su construcción basada en los planos del arquitecto Alonso de Rodríguez y la misma que había resistido al saqueo de los ingleses, con caritas de gringuitos mañosos, cuando Drake le dejó en el techo una bola de cañón de recuerdo, cosa que la Reina le celebró con todos los dientes al aire y desde unos ojos tan pálidos que parecían de busto de mármol.

Bartolomé de las Casas. Grabado, Fray Domingo Fernández de Navarrete y Portada del tratado de Navarrete.

Pero Navarrete no solo se dedicó a las misas, esas que Lucas Vásquez de Ayllón describía y donde “…ay tanta necesidad quen la Cibdad de Santo Domingo, siendo la primera e tan noble, tienen una Yglesia de paxa quen lloviendo un poco non se puede decir officios divinos, nin menos en nengun pueblo del dicho obispado…” Se dedicó a la enseñanza en la Universidad Santo Tomás de 1650 a 1654 a ver si le quitaba la burridad a más de la mitad de los que predicaban con un analfabetismo que hacía eco en los templos religiosos desde una lectura inventada y aprendida de antemano.

A pesar de su claustro, este Fray tuvo una importancia que le pasó de noche a nuestros historiadores y políticos más recientes. Porque resulta que cuando empezaron a estampar nombres a provincias y comunidades como si fueran vacas por el temor de que nos las robaran, como ya habían amenazado con la “S” del hechizo al rojo vivo de Samaná.

Cuando ya casi todos los santos habían pasado de moda y aparecieron los nombres de los restauradores, estos sirvieron de agua bautismal para completar la lista: la provincia Salcedo por Pepillo, el más valiente y civilizado de todos; Cabrera, Monción, Pimentel y hasta Jerónimo de Peña que combatió en Jácuba y sirvió para el cantón de Tamboril. Y a pesar de evitar santos se tomaron en cuenta los arzobispos Nouel, Meriño, Portes y el propio Fray Domingo para engalanar la entrada a La Línea, próspera en guasábaras, aromas, oréganos y chivos.

De manera que ese Navarrete, como etiqueta de paragua nuevo, no tiene na que ver con la narrativa descriptiva que Villa Bisonó, que ha visto a Dios comiendo arroz, desconoce y que trae, jalá por la greña, desde una comunidad española cerca de Navarra y patatín patatán.

Lo que hay que averiguar ahora, y eso le toca al panteón de historiadores, en qué momento fue ese bautizo, en qué gobierno y por qué se desvaneció en el camino a tal punto que se conoce más quién es el más alto dirigente del FALPO, que el padre Richard es haitiano, que Tito Bueno no es mellizo de Harry Truman… que el nombre del pueblo.

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