Año 2018
Hay presos que duran un día y son buenos. Hay otros que duran meses y son malos; pero hay aquellos que duran años y aunque no son los imprescindibles de Brecht, sufrirán doblemente por el encierro y por el maltrato. Esos sí son los que necesitan atención para que no vegeten y engorden el odio a la sociedad que los ha castigado.

No esperan la Reforma Carcelaria porque en sus culpabilidades aceptan como regalo el “paño con pasta” que les han dado y se sienten agradecidos y contentos. Cualquier cosa es mejor que nada dijo un filósofo muuuuy sesudo. La gente la espera… aunque ya se sentaron. No es prioridad porque es “muy complicado” manejar a un grupo de condenados al encierro, y aún más cambiar el pensamiento “oscuro” del que ha fallado por la tentación de la soberbia, el pique y el encojonamiento machista que se le subió a la cabeza sin que ese instante fuese inevitable y menos contar hasta diez para salvarse.

El asunto carcelario, entonces es cuestión de ´psiquiatras y psicólogos. Yo agregaría par de veterinarios más que los trucutuses que trabajan en las cárceles.

Hay que interesarse por reformar los presos y hay que educar para contralar la soberbia, la ira, el respeto a las mujeres, a los animales… a la vida.

Basta ya de funcionaritos con su cerebrito, su sueldito y su sonrisita de “yo si y tu no”, con su “compasión” religiosa que se presentan con sus dadivitas lastimosas que reconfortan, relampagueantemente, sin contribuir a nada, sin modificar lo esencial. Porque lo que más les duele a los presos o a sus eufemismos que los elevan a “internos” o “privados de libertad”, no es ni siquiera la incomodidad del recinto, ni el lodo que tienen que comer, ni las miradas de odio y represión de sus carcelarios, es sobre todo saber que tantos políticos y generales se han robado fortunas millonarias que pudieran hacer la cacareada Reforma Carcelaria. La Ley de Extinción de Dominio debería ser para eso, o parte, porque es tanto lo que se robaron que daría para hacer aquí el País de las Maravillas. Le toca al Presidente enderezar esa vaina.

No hay que confundirse con El Salvador de Bukele que ha sido un sistema de engaño y robo casi generalizado, y si usted quiere, quítele el casi. Hizo bien Bukele en agarrar a los delincuentes, pero se le vio el refajo cuando hizo su espectáculo de horror y humillación, propia del nazismo. ¿Están las nuevas instituciones en ánimo de trabajar y dejar a un lado el figureo de los pequeños actos lastimosos donde ellos son protagonista para justificar la continuación de lo mismo? La Reforma Carcelaria se hace con hechos y no llevándole reporticos al Presidente o con espacios pagados y videítos ridículos que dan vergüenza, colgados de las redes o pagados a bocinitas vendidas por cheles. “Todo bien en Rafey”, “Rafey es la maravilla en pelota”… y Rafey cogiendo candela.

En la cosa pública uno encontraba de todo: desde una administradora, simple contable, disfrazá de plenipotenciaria, con un jeepetón, un equipo de pitufas, chofer-pitufo favorito, guardaespaldas chulo, que le deposite y le consiga un falso “baucher” y, siempre con conexión en la Capital. Aunque puede haber un pitufo que la delate porque él quiera seguir pitufeando. Eso puede existir en cualquier cárcel y Rafey no está excluida.

Desde Trujillo, y aún no lo hemos superado, el empleado que no “deja que las cosas fluyan”, sin meter las narices, que no se asocia a los “robitos” y “robotes”, puede caer en desgracia.

Conocí a mis amigos presos cuando fui a darle un taller de arte, práctico y teórico, por iniciativa propia, lo que se convirtió en un intercambio porque ellos me enseñaron la verdad de su mundo carcelario, sus miserias, sus esperanzas, sus arrepentimientos, sus silencios y ochenta guiones para el segundo tomo de “Cien años de Soledad”. Todo esto es una inyección de rabia que hace aumentar el rechazo radical contra toda esa politiquería cursi de hipocresía y manipulación. ¿Quién hará la Reforma Carcelaria?… Yanalán menos.

De mi primer grupo solo tres sabían lo que era un pincel y otros dos eran artesanos diestros. Me propuse hacer una gran exposición con mis 26 artistas en potencia y con ellos hicimos un recorrido por la Historia del Arte, a pie, en carreta, o gateando porque la mayoría era analfabeto. Con todas las limitaciones que iban desde la “mano pelá” (todos los materiales los llevé de mi propio taller, bastidores, pinceles, pintura), la “vigilancia”, las ausencias porque les asignaban otras tareas a hora de clases, etc. lograron crear unas 20 obras, expuestas en la época de Lincoln, con la calidad que Andy Warhol no hubiese hecho en su “puta vida”. Aprendieron, junto a los temas plasmados, quien fue el preso Nelson Mandela, el preso Lee Oswald Harvey, el teórico francés sobre la prisión Michel Foucault, o sobre “el preso” que burló a sus carcelarios y que hizo reír al planeta entero bajo el nombre mudo de Charlie Chaplin. También al autor de la Estatua de la Libertad Frederic Bertholdi, también del único premio nobel en literatura, Bob Dylan, por sus canciones y por aquel himno en defensa de un negro mal acusado conocido como Hurricane y otros trabajos que adornan “el plantel”, un almacén sin el menor criterio de arquitectura o ingeniería. Eso fue julio del 2018.

Tuve el placer, agridulce, de verlos recientemente cuando la señora Daveyba Tejada, una luz para estos seres olvidados, organizó una de esas actividades que realiza, también a mano pelá aunque ella no lo diga, para soliviantar el espíritu en la brevedad de lo posible. La reseña bocinera y lambónica no habla de ella, ni del preso Oscuar, ni del jurado. Solo habla de los “organizadores” de las instituciones que necesitan cámara para aumentar, afianzar sus poderes y hacerse los importantes para futuras reelecciones y la politiquería de mierda.

Todos quieren que yo vuelva lo que sería de alto peligro, y no naranja, porque si vuelvo sería para crear un equipo Swap y realizar “El Gran Escape ll” sin la ayuda de Charles Bronson ni de Steve McQueen. Esa brigada tendría como objeto el escape y rescate del dinero robado por los pulpos funcionarios y traerlo a Rafey… el dinero y los generales. Serviría para remodelarlo todo, desde el local hasta el personal que tendría que irse, salvo 3 ó 4 empleados que han sido solidarios con sus penurias.

La prisión se convertiría en La Escuela de Bellas Artes Rafey con Oscuar Mercado de director indiscutible que hace rato se ganó su libertad por su excelente comportamiento, su liderazgo, su pecho de paño de lágrimas y consuelo para todos y su sólida formación obtenida bajo el encierro, aparte de tener una voz que a Andrea Bocelli le gustaría alquilar. Nadie mejor que él para opinar sobre la Reforma Carcelaria o lo que es lo mismo la modernización de las prisiones. Él sabe qué se necesita para dirigir ese recinto y todos los recintos del país, qué tipo de perfil de la gente para trabajar con estos grupos. Los represores no cabrían nunca ni los “fulanitos con su carguito”. Él sabe cómo debería funcionar la cocina, el comedor, la limpieza, las clases, los campeonatos deportivos nacionales con el concurso de todos los presos y hasta el intercambio con las presas de Rafey mujeres de enfrente. Eso, por supuesto, no lo puede decir él, lo adivino yo.

¿Cómo es posible hablar de Reforma Carcelaria si no se contempla locales decentes, personal con formación calificada en sicología y no en garrotería, o gente con vocación de bondad y no de maldad?

La religión no puede ser una imposición oportunista que aprovecha “una clientela” encerrada e imposibilitada de negarse a la misma. Recordemos que la educación, por la Constitución, es laica lo que significa que la escuela es para enseñar y formar, no para adoctrinar. Los que quieran servicios religiosos deben ser atendidos respetando sus credos con acuerdos bilaterales que impliquen el respeto a los que no lo deseen. No puede ser el cuco y menos la falsa salvación que siempre va acompañada de palizas al por mayor y detalle.

Lo que me llamó la atención es que casi todos, por no decir todos, es gente pobre y de barrio. Al parecer los ricos tienen leyes especiales que los absuelve o los condena a prisiones domiciliarias e invisibles. Ni hablar de los políticos o familias de ellos. Excepcionciticas las hay, las hay.

De mis amigos condenados ya Oscuar Mercado (no Oscar), pariente, seguramente de Flérida Mercado primera madrina de las Águilas Cibaeña y esposa de Augusto Lora, se hizo profesional con permisos especiales de salida y una fortaleza de superación increíble algo que él le inyecta a sus compañeros. Antonio el colombiano, con un pie adentro y otro afuera, un artista de la artesanía y la paciencia. Anderson con un vacío de cariño desde que llegó al mundo. El boxeador, con cara inequívoca de Mike Tyson, que quería ser poeta y no renuncia a esa aspiración. El Gordo, amigo de todas y sobre todo de todos. El cantante que vive en los años 70 y no se cansa de mejorar su versión del “Hotel California”. Criselio Rodríguez aquel policía que cayó en un gancho pero que ya cumplió y se fue para nunca mas volver… a la prisión. Trabajó con ahínco el retrato de Angela Davis y el de Mata Hari, que de haber conocido a uno de esos mafiosos coleccionistas del “Arte Contemporáneo” de New York, a estas horas fuera uno de los grandes millonarios porque cada una de esas dos obras están valoradas por mas de 50 millones de dólares que traducida al cibaeño equivale a alrededor de 5 mil millones de pesos. “Dinero a patá” para la Reforma Carcelaria nacional, incluyendo la isla Saona y Cabrito.

Con una buena enseñanza podemos sanar un país del mal de la oscuridad que genera mala junta, mala maña y malas andanzas.

Sofía Niño de Rivera se metió en una cárcel de México a dar talleres de actuación e hizo una película de su experiencia, con el título que lleva este artículo. De eso escribiré… libremente.

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