Una de las líneas de investigación más dinámicas e innovadoras en el desarrollo de la historiografía actual son las historias del mar. Una tendencia que se concentra en la comprensión de las relaciones del hombre con su entorno marítimo, en sus descripciones, narraciones y cartografías que encarnan los intereses, intenciones, proyectos y actividades vertidos en ellos; relatos que a su vez nos hacen entender los procesos humanos desarrollados en los océanos. Como argumenta la historiadora Guadalupe Pinzón, si bien los mares ofrecen nuevas categorías históricas para conceptualizar el mundo y sus dinámicas, es necesario considerar que su estudio no puede ser coincidente, pues las sociedades y los tiempos históricos no lo fueron. Por eso, al abordar este tipo de estudios, es necesario tener en cuenta las diferentes regiones marítimas con sus particularidades geográficas, políticas y económicas, que desarrollaron todo tipo de intercambios biológicos, materiales y culturales a lo largo del tiempo. Por tanto, las regiones a estudiar deben insertarse en miradas amplias que nos permitan analizar los acontecimientos a su interior, así como la forma como se conectaron a los diferentes contextos mundiales. Las propuestas actuales de la historia global y las interconexiones nos permiten replantearnos cómo hacerlo; sin duda alguna, la perspectiva global posibilita todos estos recorridos al tiempo que revela que los marcos nacionales son limitados para entender los procesos históricos complejos y urge a mirar más allá de los limites ficticios imaginados en la construcción de la nación y entender los distintos espacios como zonas de tránsito, expansiones imperiales, establecimiento de redes mercantiles y movimientos migratorios. En definitiva, la historia marítima dejó de ser una historia meramente económica y política y se ha prolongado de modo natural hacia una historia de los hombres, es decir, en una historia que admite a las personas sin credo, raza o nación un enfoque enredado y sin simplificaciones. Así, la historia del mar tiene una vocación totalizadora e interdisciplinar pues se integra en una historia universal e integradora del enorme espacio del mar y sus litorales.

La historia humana esta indisociablemente unida a los cuerpos de agua, ya sean ríos, lagos, ciénagas, mares y océanos. La gran mayoría de las ciudades relevantes del mundo se erigieron en los márgenes de los ríos o en las orillas costeras, donde florecieron apoyándose en redes fluviales y marítimas que prosperaron con el comercio. Las limitaciones de los costes del transporte terrestre impulsaron a los mercaderes a buscar el dominio del mar y se produjeron importantes descubrimientos que perfeccionaron las técnicas de navegación. Lo mismo sucedió con las armadas: durante siglos (y quizás aún hoy), la nación que contase con la mejor armada tenía una ventaja cualitativa sobre sus adversarios y con ellas junto a comerciantes, bienes y soldados, circularon ideas y novedosas formas de pensar. Estudiar la historia de los mares es estudiar la historia de la civilización y con ello entender la capacidad que tiene el mar de crear vínculos entre distintos pueblos y personas.

Aunque la historia marítima siempre fue destacada en el ámbito del mundo iberoamericano, no es hasta la última década que ha adquirido un notable vigor y desarrollo, y aunque una gran parte de las investigaciones siguen apegadas a los ámbitos nacionales, regionales y locales, sin duda alguna el ámbito de lo global ha enriquecido enormemente la perspectiva de los investigadores que en la actualidad relacionan los territorios para buscar las conexiones de sus habitantes y la circulación de ideas que impulsaron los avances de la humanidad. Los nuevos análisis, que superan las viejas narrativas apegadas al estado nación, explican procesos complejos desde el ámbito de estudios comparativos e interdisciplinares. En el caso que me ocupa, el trabajo que quiero comentar es ejemplo de esa observación de la historia marítima. Es un libro producto de la Universidad de Cádiz, ciudad marítima que a lo largo de su existencia construyó infinidad de conexiones marítimas que la hicieron tener una historia fascinante relacionada con el mar desde la antigüedad hasta nuestros días. Las diferentes investigaciones reunidas se concentran en la expansión marítima, la colonización y el desarrollo de la actividad comercial como vínculo entre diferentes y lejanos espacios geográficos del mundo atlántico. La publicación está coordinada por los historiadores Lylian Padrón Reyes y Vicente Pajuelo Moreno, profesores investigadores del departamento de Historia Moderna y Contemporánea de dicha institución. La conformación y construcción de las armadas, el surgimiento de una literatura del conocimiento marino, las comunicaciones y rutas marítimas, los puertos, la vida cotidiana y los imaginarios construidos en la edad moderna entre otros temas, constituyen el grueso de este sugerente y estimulante estudio.

Queda mucho por explorar a cerca de los espacios marítimos del mar Caribe y aunque cada vez existe un mayor número de propuestas en esta dirección en los países de nuestro entorno, no es mucho lo producido por la exigua historiografía dominicana todavía atareada en sostener una identidad nacional cada vez más lejana de la realidad que padecemos. Los barcos son considerados como artefactos y objetos indiscutibles de la Historia global, y en nuestra hermosa isla, hemos obviado esta historia y los secretos que encierra. Tal vez vaya siendo hora de mirar al mar que nos rodea para entender un poco mejor quienes somos.


Este trabajo forma parte del Proyecto Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846.

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