Canción-cuento casi navideño

Todavía muchísima gente sigue tratando de descifrar el enigma del Premio Nobel a Bob Dylan. A continuación, hemos traducido su canción Hurricane que quizás pueda ayudar a entender, o no entenderlo. Ella cuenta la historia de Rubin Carter, con cara sonriente y un bigote que parece se lo colocó el pitcher cubano Luis Tiant.

“Sonaron disparos en el salón de baile nocturno. Patty Valentine entra desde el pasillo superior y encuentra al camarero en un charco de sangre y grita: ¡Dios mío, los han matado a todos! Aquí empieza la historia de Huracán, a quien las autoridades culparon, por algo que nunca hizo.

Lo metieron en la cárcel, a quien pudo ser el campeón mundial.

Patty ve tres cuerpos que yacían allí y a otro hombre, nombrado Bello, moviéndose en los alrededores misteriosamente.

-No fui yo, dice y levanta las manos. Estaba solo robando la caja registradora, espero que comprendan.
-Los vi cuando salían, dice y se detiene. Sería bueno que uno de nosotros llame a la Policía…

Llegaron con los faros prendidos esa noche calurosa de New Jersey.

Mientras tanto, lejos de la ciudad, Rubin Carter y un par de amigos conducen sin rumbo al contrincante número uno de la corona por el peso mediano sin idea de en qué mierda de trampa estaba cayendo.
(Suena un violín exquisito tocado por Scarlet Rivera).

Cuando un policía lo detuvo en la carretera como antes y antes de eso en Paterson, que es así como funciona la cosa si eres negro, puede que no aparezca más en la calle, a menos que no te encojones.
Alfred Bello tenía un socio y un expediente policial junto a Arthur Dexter Bradley y estaban merodeando por ahí.

Dijo que vio a dos hombres corriendo con parecido al peso mediano y que se metieron en un carro blanco sin placa.

La señorita Patty Valentine solo asintía con la cabeza.

El policía dijo: un momento muchachos, este no está muerto, y se lo llevaron a la enfermería y aunque el tipo apenas podía ver, ellos afirmaron que él podría identificar a los culpables.

A las cuatro de la mañana arrastraron a Rubin hasta el hospital y lo llevaron escalera arriba. El herido mira hacia arriba con su ojo moribundo…

-¿Por qué lo traen aquí? Él no es el tipo.

Sí, he aquí la historia de Huracán, el hombre que las autoridades acusan de algo que nunca hizo.
-Métanlo bajo llave… aunque pudo haber sido el campeón del mundo.

Cuatro meses después, los ghettos arden, también en América del Sur están peleando por su nombre mientras que Dexter Bradley sigue con el cuento del robo, la policía lo presiona buscando un culpable.
¿Te acuerdas del asesinato del bar? ¿Te acuerdas que dijiste que viste el carro en fuga? ¿Tú te crees que puedes jugar pelota con la Ley? ¿Tú crees que podría ser el boxeador que viste corriendo aquella noche? No olvides que eres blanco.

-En realidad no estoy seguro, dijo Arthur Dexter Bradly.

Los policías dijeron: un infeliz como tu podría ser sincero y te llevamos a un motel, ya que estamos hablando con tu amigo Bello.

Entonces tu no quisiera volver a las rejas, vamos, sed un buen chico y le harás un gran favor a la sociedad.
Ese hijoeputa es guapo y cada vez más. Le queremos quemar el culo y echarle encima los tres muertos. No es un caballero.

Jim Rubin podría aniquilar un hombre de un solo puñetazo, pero no le gustaba hablar de ello.
-Es mi trabajo, dijo. Y lo hago por paga. Y cuando termina me voy rumbo al paraíso donde las truchas nadan y el aire es agradable. Monto a caballo por el sendero.

Sin embargo, lo encarcelaron intentando convertir un hombre en ratón.

Todas las barajas de Rubin estaban marcadas de antemano.

El juicio fue un juicio de puercos (policías) y nunca tuvo oportunidad.

El juez oyó los testigos de Rubin, borrachos de los barrios, declararles a los blancos que era un revolucionario, aunque para los negros no era más que un “maldito negro e mierda”.

Nadie dudaba de que fue él quien apretó el gatillo y aunque no tenían prueba del arma, el fiscal sentenció que fue él quien armó el lío.

Todo el jurado blanco estaba de acuerdo y Rubin Carter fue falsamente juzgado. El crimen fue ASESINATO UNO, ¿adivinen quién testimonió? Bello y Bradley y ambos mintieron descaradamente.

Los periódicos todos se unieron ¿cómo puede estar la vida de hombre en la mano de un imbécil?
Al verlo acorralado no lo pude evitar y me sentí avergonzado de vivir en un lugar en que la Justicia es un juego.

Ahora los criminales de saco y corbata gozan de la libertad de beber martinis y contemplar la salida del Sol mientras que Rubin, sentado como un Buda, está en una celda de 10 pies.

Un inocente en un infierno viviente.

Esa es la historia de Huracán. Esto no termina hasta que no limpien su nombre y le devuelvan el tiempo que ha perdido en prisión.

Está en una cárcel cuando podría ser el campeón mundial.

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