Eternidad Sustantivo es un espacio de tiempo excesivamente prolongado que aparece en la Biblia mil 509 veces

Dicen las buenas lenguas que Luis se puso loco, no solo porque leía mucho, sino porque intentó aprenderse de memoria, y recitarlo, el diccionario de la biblioteca pública, como si fuera un poema…
mucho mejor que el Mio Cid y que todas las décimas del poeta que no existe: Noé. Y en realidad lograba su hazaña que podríamos decir, conseguía por capítulos. El primero llegaba hasta la palabra esternocleidomastoideo que lo atragantaba, lo ponía a gaguear y lo obligaba a mirar la página.

-¡Maldita Anatomía! Y seguía recitando hasta llegar a PARALELEPÍPEDO, última pausa hasta terminar la mitad del diccionario. La otra mitad, de personajes históricos y nombres geográficos era más fácil y nunca falló.

Dicen, las mismas lenguas que cuando Luis logró recitarlo completo, el Dr. Moreau Fumero le inyectaba una sustancia que él mismo preparaba y que pretendía servir para la inmortalidad.

El padre Eustanasio de los Santos, hermano de Albino Blanco de Mesa, se dio cuenta de la inmortalidad de Luis una mañana de octubre y pensó que merecía un reconocimiento como ciudadano ilustre por su presencia perenne en el parque cantando y limpiando zapatos y pies, tal y como lo hizo Jesús, cuando el cicote no existía.

Él cruzó la Calle Real apurando el paso para alcanzar la protección del laurel que atajaba, cual paraguas, las gotas de una llovizna que logró alejar al ejército de vagos, chismosos y vendedores ambulantes. ¿A todos? Sí, a todos, menos a Luis.

-Luis, tú no te pones viejo, saludó el cura con una voz celestial.
-Tiene voz celestial, le respondió Luis.
-¿Y cómo es la voz celestial?
-Empapada de lluvia. Los dos rieron.

Luis era una mezcla de Don Quijano y San Pedro, pintado por el Greco.

Empujados a una conversación de fuerza, ambos desenredaron sus lenguas de lo que sabían.

-La eternidad es un don que Dios nos regala para que seamos felices, si no aquí, allá. Y, señalaba con su índice de la mano derecha hacia el nublazón que adornaba su cielo y que destilaba aquel aguacero de octubre, y claro, sin atreverse a levantarla mucho por aquello de los rayos.

-Eternidad, sustantivo, espacio de tiempo excesivamente prolongado que aparece en la Biblia mil 509 veces.

-Ojalá que mis feligreses conocieran la Biblia como Tú, Luis.

-Feligreses, plural de feligrés, que es parte del grupo pastoreado en cualquier parroquia o Iglesia y que hacen lo que diga el cura, aunque lo hable en latín.

Las cejas de Eustanasio casi chocan encima de sus ojos llorosos de llovizna, como se les ponen a los cocodrilos cuando sacan la cabeza del rio y la gente cree que son lágrimas.

-A propósito, Luis… que hace mucho que no os veo entre mis ovejas. Dios todopoderoso…

-Si fuera todopoderoso, cortó Luis, no existiera el mal ni las guerras que matan niños.

Eustanasio enmudeció alguien le estaba lavando el cerebro a Luis con lecciones poco teológicas y menos eclesiásticas.

-¿Y desde cuándo desconfía en el gran poder de Dios, hijo?

-Yo ya pasé por la edad de los disfraces, Don Eu. La única verdad está aquí en este parque con sus borrachos de feligreses cuyo único Dios es la risa. Aquí nos burlamos del síndico que también se parece a Dios, del comerciante que come peor que los limpiabotas para ahorrar y ser más rico; nos burlamos del matasano que pregona la prohibición de los placeres y vive recetando viagra hasta para la tos. Nos burlamos del atleta que cada mañana marca en su calendario queseyocuantas pulsasiones por segundo de una caminata, con mondongo de recompensa, y se mira al espejo y ve a Charles Atlas del otro lado. Nos burlamos del farmacéutico que a todos vende píldoras contra la memoria y to se le olvida… menos cobrar. Nos burlamos de los choferes, de los pasajeros, del barredor, del carnicero que se le confiesa a usted todos los días para poder dormir diciéndole: “confieso padre que he matado” y sabiendo muy bien que la Biblia dice con claridad de luces led, NO MATARÁS y por ningún lado aclara qué es lo que no se debe matar. ¿Qué pasa cuando matas cucarachas o masacras una horda de mosquitos con una raqueta eléctrica?

También nos burlamos de Crisóstofono que se cree poeta y habla de él más que de su ombligo. Otros desfilan como si hubiesen sido sacados del convento de Umberto Eco en nombre de los rosales y que son más turbios que los de Fellini, que son graciosos. Pero el más auténtico, el campeón olímpico, fue La Perra, el “roba la gallina” por excelencia y la gran alegría que convirtió las patronales en carnaval con su desfile de burros montados por indios.

-Luis hijo, eso no está bien, la burla…

-La gula don Eustanasio, ¡la gula!

-La burla es la risa, el único remedio contra la fatalidad inevitable de la vida. Si usted pusiera unos quince minutos de chistes después de sus misas todas sus ovejas volverían a la Iglesia y no solo para que uno las cuente y se duerma… fueran más felices.

-No te quejes hijo mira que estas patronales tuvieron más bulla que ninguna otra, se abrió el Museo de Horacio que juró por la bandera de esta parroquia, lo acaba de decir don Arismendy; Miriam Cruz estaba más joven que cuando chillaba PILLAO con “Las chicas del can” y le dio un merengón a este Tamboril y se prepara el camino para que C. J. sea ordenado como obispo, por lo menos.

-Reírse es un gran pecado, sentenció Eustanasio.

Un rayo de sol que atravesó el laurel, cayó al suelo y sonó como timbre de salida de escuela primaria.
Eustanasio se devolvió a la iglesia sin recordar por qué había salido y Luis se sentó en su banco, pie izquierdo sobre la caja de limpiar zapatos, a contar sus ahorros del día y repasar sus poemas.

-¡Maldito hipopótamo! Oyó Tania que pasaba por su lado y caminó sin rumbo muerta de la risa y con una peluca roja.

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