¡Feliz jueves! En esta entrega de Periodismo y Gramática, como cada semana, quise compartir una décima que me ha parecido simpática, de la autoría del profesor venezolano Rafael Glem Rodríguez, la que ha circulado en defensa de la gramática y de la no distorsión de esta por algunos grupos que se consideran “excluidos y no representados” en algunos términos.

Es cierto que el idioma lo crean los hablantes y que poco a poco, según se extienda el uso de una palabra, esta puede o no ser aceptada por las academias oficiales. No persigo, al compartir esta décima, ofender a nadie, pero sí dejar claro que es un tema polémico sobre el cual siempre surgen debates fuertes.

En algunas páginas, aparece otra persona que asume la autoría de este escrito, pero la persona que lo escribió es quien menciono en el párrafo introductorio.

Dejo aquí, a su libre imaginación y juicio, la décima de Glem Rodríguez. Quienes me conocen saben que siempre respeto las normas gramaticales que dictan las academias y que apuesto a eso, porque sin reglas, toda sociedad sería un caos.

Se ha extendido una manía entre parlantes ladinos, de acuñarle el femenino a quien nunca lo tendría, si no tiene “dío” el día, y el trigo no tiene “triga”, ni existen las “gobernantas”, tampoco las “estudiantas”, ni “hormigo” entre las hormigas.

Aunque lo intenten comprar con millones y “millonas”, un trono no tiene “trona” ni “jaguara” has de llamar a la hembra del jaguar; y aunque el loro tenga lora, y tenga una flor la flora, mi lógica no se aplaca: no tienen “vacos” las vacas ni los toros tienen “toras”.

Aunque las libras existan con los libros no emparejan, y tampoco se cotejan suelos, que de suelas distan, por mucho o “mucha” que insistan mi mano no tiene “mana”, no tiene “rano” la rana y foco no va con foca, ni utilizando por boca al masculino de Ana.

Leí el análisis de una filóloga, que de manera anónima hacía varias observaciones al escrito, el cual tildó de político por el momento aquel en el que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo “millones y millonas”, y refería que “son dos posiciones que siempre han creado enfrentamiento entre los lingüistas: los más conservadores (que defienden preservar la pureza del lenguaje) frente a los más progresistas (que contemplan con más peso la característica del lenguaje como algo vivo en constante -e impredecible- evolución).

Recordemos que el lenguaje evoluciona, que pese a que la acción del verbo ser es el ente, esto no se cumple en algunos femeninos que ya están aprobados en algunos cargos, como el de presidente, al que le acompaña presidenta.
¡Gracias por leerme!

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