La economía del mundo, incluida la nuestra, puede seguir sucumbiendo, lamentablemente para toda la humanidad. Una muestra es la baja de la calificación a nivel AA+ de deuda de Estados Unidos por la agencia de calificación Fitch, por razones políticas y económicas.

A ese hecho se suma uno mayor, como es el no avistamiento de la conclusión del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, lo cual seguirá influyendo de manera negativa en los costos internacionales de los combustibles, los granos, metales y otras materias primas imprescindibles para la alimentación y la industria.

A partir de ese oscuro panorama, República Dominicana debe irse preparando para continuar combatiendo con más fuerza los embates de las situaciones foráneas que afectan a su economía, especialmente con el apretamiento del cinturón de todos.

Una dolorosa medida que habrá que tomar, como solicitan organismos internacionales, incluido el odiado por muchos Fondo Monetario Internacional (FMI), será la realización de una reforma fiscal “integral”, que vaya en la dirección de mejorar las recaudaciones y la reducción del gasto público, especialmente del corriente, es decir de pagos de salarios, compra de combustibles, así como menos actividades protocolares, “con sus comidas y bebidas incluidas” y otras superfluas, que sin ellas el Estado funciona a la perfección.

Y ahora que se acercan las elecciones y habrá un nuevo Congreso Nacional y los partidos políticos necesitarán menos recursos para mantenerse después de los comicios municipales, congresuales y presidenciales del 2024, es un buen momento para proponerles un “sacrifico” a los políticos en dos direcciones: La eliminación definitiva de los “innecesarios” barrilitos y cofrecitos, así como la reducción temporal de por lo menos en un 50% de los recursos dados por el Estado a los partidos políticos, como propuso en su primer año de gobierno el presidente Luis Abinader.

El desprendimiento de la clase política pudiera parecer “simbólico”, por la poca cantidad de recursos a ahorrar en comparación con el gran presupuesto de República Dominicana, pero constituiría una muestra de sus buenas intenciones y afecto hacia nuestro país.

La concreción de esas medidas, a aplicar, por supuesto, para y por las autoridades escogidas en los próximos comicios, amerita la realización de un pacto de salvación económica nacional entre todos los actores sociales, con el liderazgo político a la cabeza.

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