Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. La salud se aprecia, cuando se está diluyendo; la juventud, una vez que se acaba y solo deja la añoranza; la belleza y lozanía, hasta que las arrugas hacen su aparición implacable, la cabellera sustituida por las canas, si se tiene la suerte de conservarla. Los años perdidos, una vez pasados, sin posibilidad de recuperación.

Los amigos entrañables, tan pronto como se van o en la lejanía y se encuentran a una gran distancia; el matrimonio, siempre que se está resquebrajando sin que pueda volverse al inicio ni exista remedio de reconciliación. La soltería se echa de menos al entrar a una relación insatisfactoria y asfixiante; aunque también al compañero óptimo, si se ha marchado y está en brazos de otra persona.

Los familiares y seres queridos, apenas pasan a otra dimensión y de ellos solo nos queden las fotos y los recuerdos agradables o una tumba qué visitar; el dinero, enseguida ha desaparecido, está en bolsillos de otros o se ha malgastado, si acaso se tuvo. La paz y armonía, al momento de que llega algún evento para perturbarla y se dé uno cuenta que hubo tiempos mejores. La honradez, ante la falta de ella; las oportunidades, tan pronto se dejaron pasar de largo sin aprehenderlas para aprovecharlas y montarse en el vagón de la prosperidad. El descanso se añora, inmediatamente el cansancio se impone, el calor en su ausencia, siempre que el frío prevalezca; la comida en abundancia, al momento de su escasez, al presentarse un hambre atroz que la tome en falta.

Un buen líder se valora en la ocasión en que termina su mandato, un jefe considerado y comprensivo, desde que se tenga uno que no lo es. La sinceridad, si se sustituye con la mentira; la bondad al desaparecer y dar paso a la maledicencia. La libertad tras la mordaza de no poder expresarse o del otro lado de los barrotes de una cárcel.

Nadie razona en cabeza ajena, las experiencias son las que nos llevan a tropezarnos y levantar los pies, las segundas oportunidades son escasas y en muchos casos, nulas. El presente es el próximo pasado, se construye en este momento lo que luego descartamos para después arrepentirnos. Nada es eterno, ni las alegrías ni las penas, lo que sí permanece es la nostalgia de lo que un día fue y no volverá a ser porque el pasado pasó y el presente es un regalo.

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