El año que acaba de pasar llegó lleno de mucha intensidad. En lo personal, profesional y formativo di pasos importantes hacia las metas que me he trazado a largo plazo.

Sin ánimo de caer en el cliché del balance, me gustaría resaltar las tres grandes lecciones que me dejó el 2023:

Primero, estoy en una etapa de mi vida en la que tengo que tomar muchas decisiones en lo personal. Hace 10 años tenía un proyecto de vida centrado en otro contexto y condiciones, ahora, me veo envuelta en un entorno que me llena de satisfacción y de incertidumbre.

Desde que comencé a trabajar de forma voluntaria con la fundación, me costó mucho lograr que comprendan que la activista social y la persona no siempre coinciden. En 2023, mediante la presencia en medios, la colaboración con amigos y la diversificación de mis actividades fue posible establecer esa diferencia. Empecé a comunicar lo que soy, mis gustos a sentirme más cómoda mostrándome tal cual soy en cualquier escenario. Y la sensación de libertad fue absoluta.

Segundo. En lo profesional también hubo muchos avances y aprendizajes. Gracias a la colaboración con entidades como la Asociación de Bancos Comerciales de la República Dominicana (ABA), entré en contacto con otras entidades del sector financiero en una reflexión que continúa este año, sólo que ahora orientándome a economías del cono sur. Lo mismo sucedió con Puentes de Inclusión, la empresa de consultorías de comunicación y sostenibilidad que trato de hacer avanzar junto a mi socio y al equipo.
Logramos eventos importantes como la participación en la 16a Conferencia de los Estados parte de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad en Naciones Unidas. También diseñamos manuales de documentación de derechos y entramos en una dinámica de identificación de oportunidades únicamente opacada por los impuestos.

Poco a poco, Puentes se convierte en un modelo de empresa que articula lo que amo con lo que creo y la necesidades emergentes del mercado dominicano. Esa es una apuesta en la que confío bastante para el 2024.

Lo tercero es lo formativo. En 2023, dediqué muchas horas a fortalecer mis competencias en tecnología, a profundizar en mis conocimientos sobre sostenibilidad, accesibilidad, políticas públicas y la articulación de esfuerzos.

Fue un año para concentrarme más en el desarrollo de habilidades multidisciplinarias. Y creo que eso se refleja en la actitud que tengo ante los desafíos.

Si tuviera que elegir una tónica sombría para este año, diría que ha sido el temor. Temo mucho por mis padres. En general, ellos son parte indispensable de todo lo que hago y sé últimamente pienso en escenarios que me duelen de antemano.

Con todo, fue un año importante para mi crecimiento personal. Y si tuviera que sintetizarlo en una sola lección, diría que: aprendí a abrir puertas inesperadas de reinvención.

Creo que soy más atrevida. Confío en entornos que antes me generaban suspicacia, como el Tik-Tok o los podcast. Y sé identificar cuándo hay una oportunidad para comunicar un mensaje desde la cercanía, la empatía y el respeto. Esa es una lección que se aprende todos los días. En otra ocasión les digo mis metas de 2024. Spoiler, habrá música, viajes y algunas decisiones necesarias aunque me atemoricen.

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