La historia política contemporánea del país está poblada de hechos y eventos – fortuitos o coyunturales- que han marcado inflexión histórica dejando más que fehaciente que la política no es una asignatura o fenómeno estático, sino que es dinámica, dialéctica o que un simple error de palabra, acción o percepción puede dar al traste con una ventaja o cuasi victoria. En otras palabras: sobre política no se puede hacer “análisis” de coyuntura desde una perspectiva estática, a menos que hablemos de un momento específico o encuesta, pues el corto o largo plazo no cabe ni permite fotografía pétrea.

Por ejemplo, en 1978, sin la campaña de denuncia internacional que llevó a cabo el extinto líder de masas José Francisco Peña Gómez sobre el régimen represivo, fraudulento y conculcador de libertades públicas que protagonizó Joaquín Balaguer -1966-78, hubiese sido imposible el colapso y golpe de efecto final que aceleró la crisis-derrota que marcó un antes y después.

Igual con Juan Bosch y las múltiples sacadas de contexto de sus palabras o posturas públicas hechas por adversarios políticos, prensa, religiosos o sectores recalcitrantes de los poderes fácticos que siempre lo vieron con ojerizas cuando, más que otra cosa, era un progresista y especie política ética integral con una visión avanzada sobre qué hacer para superar el subdesarrollo histórico-estructural e institucional que padecía el país. En otras palabras, sin esos referentes era o es imposible explicar el fenómeno sociopolítico Bosch y el porqué su derrocamiento -1963- y no vuelta al poder.

Con estos dos ejemplos, sobre los dos líderes que más gravitaron en la vida pública nacional -post dictadura trujillista-, resulta risible o baladí hacer análisis de coyuntura política-electoral de simple cuadro de apreciaciones estáticas o de fijaciones triviales obviando el aforismo de Heráclito de que “nadie puede bañarse dos veces en un mismo río”, lo que equivale decir que: no es lo mismo tres partidos contra uno o que lo que dijo el alcalde Jiménez, Hipólito Mejía -los pleitos internos- y el desaguisado propagandísticos e intencionado usando el concierto de Juan Luis Guerra, no vaya o haya surtido algún efecto-consecuencia de cara a las elecciones municipales de mañana. Cierto que podría ser o no ser, y más en un país de memoria corta, pero no deja de ser un riesgo o posibilidad, al menos.

Finalmente, es evidente que, de cara a estas elecciones municipales, la oposición luce tener o exhibir superior posicionamiento político-electoral en casi toda la geografía nacional y sería una sorpresa o incógnita que los candidatos oficialistas salgan, en mayoría, victoriosos. Y de suceder -algo que dudo mucho-, entonces habría que preguntarse: ¿desde qué óptica o daltonismo social es que los hechos y las realidades son percibidos o sufrido por el común de la gente; o, de cómo el poder puede retorcer lo cuasi irreversible? Quizás, Vengoechea o algún hacker -ruso-alemán- tecnológico podrían explicarlo mejor…., pero no se olvide que a toda acción -fuera de lo aceptable o lógico- sigue una reacción a veces espontáneas o a corto plazo…..(A propósito: ¡No juguemos al retroceso! Es insólito que, a tres días de las elecciones municipales, el gobierno haya derogado “la segunda partida” presupuestaria a la JCE que, por ley, deben recibir los partidos políticos -pero, ¿a razón de qué la tardanza? Nada ingenuo, ¿no?). No obstante, “más vale tarde que nunca”. O más gráfico, como se dice en Venezuela, “Quedarse sin el chivo y sin el mecate”. ¡Ya veremos! Pero, abuso es abuso, ¿eh?

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