La oposición que aglutina la alianza “RescateRD” -sus propiciadores y estrategas- debe saber que hay una asimetría política-electoral de escenarios distintos. Me explico: tal y como se ha establecido que, aunque en febrero irán juntos -unos que otros-, los candidatos presidenciales irán separados, en mayo, a competir frente a la reelección y entre ellos mismos, pues si no lograran el 50+1, en el fondo o de antemano, se está pujando para el escenario, probable o no, de una segunda vuelta o balotaje. Y es ahí, a menos que febrero no haga reflexionar a la oposición en la línea de unificarse en torno a un solo candidato -que sería la carta de triunfo cuasi seguro-, donde se genera la posibilidad de que la reelección deje en el tercero de juego a la oposición en la primera vuelta, precisamente, por la fisura de la fragmentación del voto oposicionista en mayo-2024. Y esa es una posibilidad irrebatible; e increíblemente posible desde una “lógica política” de agenda y ego cuando lo que está en juego es lo que los une en febrero, pero que, miopemente, lo fragmenta en mayo-2024: el rescate del país.

Y uno se pregunta: ¿por qué los une, en febrero, una razón-país; y en mayo lo separa o fragmenta agenda y ego? La respuesta, desde una lógica política lineal, podría ser sencilla: porque la oposición lleva tres candidatos y cada uno, en su legítima aspiración, prefiere ganar o perder en mayo a partir de la “certeza”, no confesa, de que la reelección ni ellos, cada uno por su lado, podrán alcanzar el 50+1. Aquí, sin duda, se juega a subestimar la reelección y ya esa “certeza” le abre un mundo de posibilidades, en primera vuelta, a la reelección, pues está siendo subestimada por la oposición y eso es una ventaja neta.

Desde mi punto de vista, ese razonamiento “lógico político”, de la oposición, echa por tierra el nombre y el objetivo-presupuesto de la alianza, pues, en el fondo, deviene en un simple enunciado con fecha de caducidad: febrero-2024. Pero, ¿y mayo-2024? ¿Qué?

Por ello, aspiro a que febrero sea tan estremecedor -que un partido de la alianza, probablemente el PLD (por ser un verdadero “aparato”-político o maquinaria electoral y llevar el candidato más potable), logre más votos y posiciones populares- que haga repensar el “ir cada uno por su lado” en mayo, y así desaparezca el subestimar a la reelección, al tiempo que, se corra la fecha de caducidad de la alianza y el rescate del país sea la única meta, lo cual, desde mi percepción, evitaría ese subconsciente oposicionista de segunda vuelta o balotaje (o tierra de nadie).

Y si no se llega a ese escenario estremecedor, en febrero-2024, es casi seguro que el escenario-psiquis oposicionista de segunda vuelta no será más que eso: pura ilusión y autoengaño. Ojalá me equivoque. Por demás, está reiterar que, la fragmentación oposicionista de mayo -tal y como se ha fijado- cuasi descarta una segunda vuelta.

Honestamente, no le encuentro lógica política a luchar unidos por alcaldías en febrero; pero a separarse, en mayo, tras el poder congresual y el Ejecutivo. ¿Y si ni una ni otra? O el espanto de quedar equilibrados, Gobierno y oposición, en febrero. Ahí está el eslabón perdido, que, quizás, sea yo. Es lo más fácil -incluso, para mí-. Sí: que yo me equivoque. ¡Quiera Dios!

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