¡Nunca me han gustado los refritos! Procedo a explicar que, en el ámbito periodístico, hacer un refrito implica redactar una noticia desde otra que ya existe y hacer que este escrito no se parezca al original para que quien se esforzó en redactarlo y colocar su firma, no perciba que su trabajo sirvió de fuente para alguien más, pero sin otorgarle el crédito.

Al indagar sobre el término al cual hago referencia, encontré un artículo de la autoría de José Miguel Larraya, fechado el 5 de enero de 1991 y publicado en el periódico El País, titulado “¿Refrito o documentación?”, que habla de la práctica de los refritos, a propósito de una queja de un lector, que expresaba su descontento porque no le daban los créditos en la redacción de un trabajo sobre la desecación del mar de Aral, publicado por dicho medio.

Prestemos atención a esta parte, que comparto a continuación: Larraya explica en dicho artículo que El País se cuidó, porque la exigencia no tuvo peso ni la acusación tampoco, debido a que el medio había comprado la información y las fotos para reproducirlas sin derecho a firma.

Esto ya desmontaba la queja de alguien que se aventuró a arremeter sin argumentos ni base. Pero qué pasa en nuestro país, República Dominicana. Sucede que con el bombardeo de digitales que se denominan “periódicos”, así como también algunos blogs, artículos, entre otros, muchos de los que escriben, no todos, aplican la mala práctica de los refritos: utilizan información de otras personas sin dar el debido crédito, lo que es considerado como una falta de respeto y poca profesionalidad.

Quizás algunas personas se molesten con esto, pero definitivamente que sigue pesando más la originalidad y las firmas que se respetan a sí mismas. Sepan que este escrito es un llamado a reflexionar sobre lo que reproducimos y, no digo que esté mal que documentemos algunas informaciones con otras fuentes, porque, de hecho, esto les da más sustento, pero sí que se tenga la delicadeza de dar el crédito o citar la fuente.

Muchos coinciden y, estoy de acuerdo, en que un refrito es un disfraz del plagio, pero lamentablemente la prisa y el querer montarnos en la ola de lo que abunda en el momento, a propósito de las tendencias en redes sociales, ha derivado en que se pierda el valor de las firmas y su peso en el periodismo.

Ojalá que se produzca una mirada sobre esto y sin importar distancias ni contexto, nos respetemos a la hora de escribir porque, al hacerlo, otorgamos ese respeto a quienes nos leen. ¡Gracias por leerme!

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