5 , 4, 3, 2, 1. Al borde del precipicio de un año que concluye ¿un salto al vacío o nuevos caminos que recorrer? Atrás quedaron las libras que se resistieron a desaparecer, el gimnasio del que solo se pagó la inscripción, el dinero que no se dejó atrapar y los sueños que, como tales, se durmieron y roncaron para despertarlos a principio de año, hasta ponerlos en pausa, otra vez, porque faltó la ambición, pero sobraron los pretextos.

Las conquistas que no se alcanzaron y aquellas que sí (cuando menos se esperaba), la salud que solo pudimos apreciar cuando tambaleó, el emprendimiento que lucía genial al principio y que, a golpe de realidad, implicaba demasiado sacrificio y hubo que dejarlo para cuando se pudiera y cambiaran las circunstancias (si acaso).

Los nuevos amigos que aparecieron y los que por las mismas ocupaciones se fueron alejando, pero con los que luego nos juntamos, aunque fuera ante la ocurrencia de algún hecho luctuoso porque los afectos se guardan, pero no se olvidan. La visita a ese familiar al que debíamos ver y se nos hizo tarde, los afanes diarios que hicieron cada día igual al otro, los logros alcanzados que solo sirvieron de catapulta para desear más porque nunca fue suficiente, las pruebas que nos demostraron que éramos más fuertes de lo que pensábamos.

Los planes de estudio retardados por la pereza y los académicos que sí cristalizaron, el tiempo que juramos dedicarnos que se esfumó, los cambios en nuestra personalidad que nos convencimos de hacer y después vimos (o creímos), con el paso de los meses, que mejor los demás los aceptaran, tal como y somos. La perfección en nuestras labores que se sustituyeron por la conformidad, los amores perdidos, los encontrados y los que vendrán, entre nostalgia, añoranza o satisfacción.

La construcción de esa versión a que aspiramos como seres en constante evolución para vernos en nuestro propio espejo y comprobar todo lo que hemos conseguido, no en el de al lado, porque, habrá quien sea más poderoso y agraciado, pero talvez, le falte lo que nos sobra. En la escalera de la vida unos van delante y otros van detrás, por momentos pueden alcanzarse y hasta superarse, en otros, caer para volver a empezar, lo importante es mantenerse en ella.

Alcemos nuestras copas y brindemos porque siempre habrá más motivos de celebración que de arrepentimientos, hagámoslo por nosotros, por los que llegaron y por aquellos que ya no están con los que luego nos reencontraremos en la eternidad. ¡Salud!

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