E l humor es una terapia para el alma, sobre todo cuando es inteligente y bien dibujado. Quino es de ese batallón que no solo alegró a toda una generación, sino que contribuyó a su educación.

Con la ida de Quino no terminó Mafalda como tampoco hubo un final en el Quijote por la muerte de Cervantes. El Coronel sigue esperando cada viernes su pensión por allá por Macondo. Gregorio Samsa sigue siendo una cucaracha y Julio Verne no deja de viajar hacia La Luna y continúa recorriendo el fondo del mar en sus queseyocuantas leguas submarinas.

Mafalda, de hecho, se descontinuó al término de los nueve años en el 1973, justo cuando Ana Torrent cumplía 7 y filmaba “Cría cuervos” dirigida por Saura. Recibió el apoyo de los diarios que la publicaban y la Editorial la Flor que recopiló, en libritos horizontales, su total producción que nunca dejó de reeditarse.

Cuando Quino decidió que se dedicaría, en la vida, al humor gráfico, no fue una autoproclamación como hacen hoy día los “artistas contemporáneo” y los caricaturistas improvisados o los “músicos” urbanos. Junto a su decisión estuvo la determinación de prepararse para ello y para eso le sirvieron sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza en el País de Boludos. Tampoco Quino cayó del cielo con una “originalidad” pura y 100 % auténtica. Como todo artista, estudió a los que le precedieron y tuvo “la suerte” de que eran muchos por esa manía que había en su país de publicar libros y revistas y también, por las mañas de su tío Joaquín de subscribirse a las revistas extranjeras LIFE, Esquires, Look, Saturday Daily Post, Paris Match donde aparecían las viñetas de otros creadores que le dieron el empuje espiritual necesario para determinar que él sería un jodón para siempre. Además de Oski, Lino Palacio (Doña Ramona, Don Abundio, Doña Tremebunda…), Divito (El Dr. Merengue, El Cocinero y su sombra, en la misma línea sicológica de Merengue, con su Alter Ego incluido) se le agregó Jean Bosch y Chaval, ambos franceses de la misma tradición de la interminable lista que surgieron en la Francia después de La Comuna: Honoré Daumier, Charles Philipon, Caran d’Ache, Nadar (el fotógrafo), André Gill, Cham que publicaban en los periódicos satírico Le Charivari, Le Rire, L’Eclipse, La Lune, etc. Se le suma a todo eso las clases del maestro Demetrio Urrachúa en el año 1965 y, por supuesto, lo que es básico, su carácter forjado en una familia culta. “…soy hijo de republicanos españoles, anticlerical a muerte (…) y de una abuela comunista y antifranquista”.

Su trabajo nació en los años 60, los que marcaron particularmente la Historia contemporánea con la revolución de la música de los Beatles, La Revolución Cubana, la revolución de la juventud en Estados Unidos y la presión con su movimiento Hippy en contra de la guerra de Vietnam; las revoluciones en el continente en contra de las dictaduras (Somoza, Duvalier, Trujillo, Pérez Jiménez, etc.).

Quino se valió de Mafalda, su personaje más famoso, que no tiene nada que ver con la sosa Pequeña Lulú de la época. Mafalda, la criticona, era el arma perfecta para el joven Quino para expresar su inconformidad con los problemas sociales, culturales y políticos que le tocó vivir.

Aunque Quino pudo estirar a Mafalda, sacarle el jugo, crear un emporio tipo Walt Disney, él sintió que había agotado el tema y necesitaba hacer otra cosa: sus viñetas universales. Primó el criterio artístico más que la codicia que lleva a muchos a desperdiciar la vida. ¿De qué sirve hacer la caricatura a cinco periódicos al mismo tiempo cuando lo mucho que ganes no podrá compensar el estrés provocado? Sin contar que tampoco podrás disfrutar de esa ganancia. La sabiduría aconsejó a Joaquín Salvador Lavado.
En la España franquista no lo censuraron, pero le pusieron una etiqueta a sus libros: “PARA NIÑOS”, para evitar que los adultos se concientizaran.

En la Primera Bienal de la Habana celebrada en 1984 sucedió algo gracioso. Resulta que les llegaron dos trabajos inclasificables: una viñeta de Quino sobre el Guernica de Picasso y un rollo de 160 x 20 pulgadas con más 20 personajes políticos en caricatura realizado por mí y que pudieron participar porque el periodista José Rafael Sosa tuvo la amabilidad de llevarlos lo que encojonó a Silvano Lora que era el gurú que determinaba quien iba y quién no.iones de discusión porque no se ponían de acuerdo en si los dejaban o los sacaban. Finalmente, ambos trabajos se quedaron y el de Quino ganó una mención de honor y logró que se cambiaran las reglas para las futuras bienales.

Aquí empezaron a llegar sus libros en los años 70 (74 ó 75) principalmente al economato de la UASD y a la Trinitaria de Virtudes donde luego se podía conseguir otros autores que le siguieron a Quino como Roberto Fontanarrosa y su extraordinario Inodoro Pereyra y Booggie el aceitoso; Caloi, Garaycochea, Crist, Mordillo…

Quino, por Mercader.

En el mundo de Quino la situación es completamente realista y bien documentada, es decir, no hay planos superpuestos ni seres de ciencia ficción. Los elementos que acompañan a los personajes son tal cual la realidad, por eso se dice documentado porque una mesa tiene 4 patas, un carro cuatro gomas, un globo terráqueo de escuela su semicírculo de soporte, los instrumentos musicales pudieran sonar si se sacaran de las viñetas, diferente a los de Fontanarrosa o de Crist que dibujaban un garabato que daba la idea de.

Aparte de la crítica social, en Quino hay una apología de defensa a la mujer, a los Derechos Humanos, al respeto a la naturaleza, a los animales, a la vida, al amor.

Quino ejerció desde sus viñetas, la libertad de expresión al máximo. Dijo siempre lo que quiso con humor e inteligencia. No tuvo nunca que ofender a nadie por sus prácticas religiosas y mucho menos por “los defectos físicos de fábrica” como ocurre en el semanario Charlie Hebdo, repleto de vulgaridades y donde prima la mediocridad.

Recientemente se hizo una publicidad en Francia para el fútbol colocando balones de concreto en las calles lo que recibió gran crítica por las lesiones en los pies de jóvenes que intentaban meter goles. En Quino hay un chiste en que un médico ortopeda, que no tiene clientes, se dedica a colocar balones de concreto pintados como de fútbol. Al otro día su consultorio se le llena de clientes con un pie abollao.
“El palito de abollar ideologías” no fue un invento de El Gordo Oviedo, es una viñeta de Quino, aunque sí fue cierto que una paliza policial le dejó una epilepsia de varios años.

En una extensa entrevista que brindó a Página/12 en 2004 realizada por el caricaturista Miguel Repiso, Rep, Quino explicó de qué se tratan sus tiras y por qué seguía dibujando: “De la relación entre los débiles y los poderosos. Eso siempre me ha obsesionado. Esa sensación de impotencia que tienen los pobres frente a los ricos, de los mandados frente a los amos, no sé, a veces pienso que debería dejar de dibujar por un tiempo, para no vivir la angustia o el miedo a repetirme. Pero cuando pienso en que voy a abrir el periódico y no van a estar mis dibujos, me da más angustia y sigo dibujando. Es como ese jefe de estación que se jubila, pero vuelve todos los días para ver si los trenes pasan a horario. No me puedo imaginar esperando pasar los trenes. Además, en mi oficio no hay trenes”.

A raíz de la muerte de Quino, el presidente Alberto Fernández de Argentina decretó un día de duelo nacional, como se debe.

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