Familia de inmigrantes ingleses en una granja rodeada por bosques, exiliados de la comunidad en que vivían, luego de un juicio político-religioso, es decir, de una familia que profesa el cristianismo y que es execrada por el puritanismo de inicios del siglo XVII. Se desarrolla la trama en el 1630, en Nueva Inglaterra (hoy nordeste de USA), para entonces una región de colonias integrada por inmigrantes ingleses en un periodo en que ya Inglaterra se había distanciado de la iglesia católica y la influencia del cristianismo; instigados por el calvinismo y el luteranismo que no reconocían al Papa como representante de Dios en la tierra. La narrativa se concentra en exponer las representaciones de culpas y el mal de la moral: cualquier desgracia física o crisis o daños en su cotidiano se debe a un castigo divino debido a algún pecado cometido. Es así como el filme ejecuta lo puntual de su narrativa para mostrarnos la manera en que la culpa construye paranoias que se reflejan en pánico ante aquello que la enflaquecida gnosis no consigue explicar. La atmósfera es construida con pedazos del mundo objetivo, cuestiones analógicas, desplegando el miedo ante nuestros ojos a partir del aislamiento, de un exilio, y de una intercomunicación entre el ser interior y el mundo físico que les rodea. La culpa se expresa en una confesión de pecado. “He sido ociosa en mi trabajo, he desobedecido a mis padres, he descuidado mis rezos. En secreto, no he guardado tu domingo, y he roto tus mandamientos en mi mente. He seguido los deseos de mi voluntad y no al espíritu santo. Sé que merezco vergüenza y miseria en esta vida y el fuego infernal eterno”; dice una chica en su rezo, mostrando la ideología inculcada al trabajador, muy diferente a la de la realeza que incluso recibía bendición y la corona de semidiós de manos del papa. El desenlace final es una fábula que sirve de ilustración del pasaje en que Dios habló a Abraham para que matara a su propio hijo y ofrecérselo en una hoguera como señal de obediencia. Y al aceptar asesinar a su hijo le dice: “No hay nadie a quien más quieras que a mí, en realidad ya no tienes que hacerlo”. Basada en leyendas, cuentos y documentos de juicios. El guion, las actuaciones, la dirección, la banda sonora apropiada, la música, los encuadres, el montaje sin trucos clichés de películas anodinas del terror hacen de la puesta en escena una deleitosa experiencia. En Netflix como The VVitch: A New-England Folktale. l
HHHH Género: Drama de terror y religión.

Duración: 92 minutos.

Posted in Crítica Cine

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