Las noticias son muestras emergentes de las sociedades en las cuales se producen y una difundida recientemente expresa de manera brutal, una vez más, el grado de indefensión y vulnerabilidad que enfrentan los niños, además de los costos que esto implica en la salud mental de quienes serán, en algunos años, adultos viviendo las consecuencias de esos desórdenes que comenzaron en la infancia.

Entre estas, hay algunas noticias que superan el horror y en las cuales el tema central, si bien es social, vemos reflejada de manera directa situaciones donde la salud integral, y dentro de ella la salud mental, están en grave peligro. Así, recientemente, una noticia dio cuenta de niños víctimas de las peores situaciones traumáticas a manos de sus padres y otros adultos.

Es por situaciones como estas que en el mundo se le presta cada vez más atención al tema de la salud mental infantojuvenil, desestimada durante tanto tiempo con base en tabúes de la infancia, como la etapa idílica (los chicos sí sufren: para terminar con el maltrato infantil hay que hacerse cargo y salir del lugar de espectador).

Dentro de este contexto la Asociación Mundial para la salud Mental Infantil (WAIMH) se unió a diversas entidades del mismo tipo como, la Asociación Internacional de Psiquiatría infantojuvenil y profesiones afines (IACAPAP) y la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA), para establecer el 23 de abril como Día Mundial de la Salud Mental infantil y Adolescente.

Sin embargo, las causas de afecciones neuropsiquiátricas en la infancia son múltiples. Hace unos meses, un informe realizado en el Reino Unido señalaba una situación muy preocupante que, si bien se refiere a un país, es seguramente de manera más dramática aplicable a nuestra región.

Este informe, bajo el título “Transformar la salud de los bebés y los niños pequeños del Reino Unido: un enfoque de curso de vida”, revela el estado de la salud, que no se duda en calificar de alarmante, de los niños en el Reino Unido. En ese sentido, señalaron, particularmente, ciertas áreas: aumento de las tasas de obesidad, de patologías bucodentales, de problemas de salud mental y de la mortalidad infantil.

Asimismo, pusieron énfasis en el incremento de patologías infantojuveniles, que también puede verse en nuestra región.

Este informe, realizado por la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido (Academy of Medical Sciences) y con la autoría de la profesora Helen Minnis de la Universidad de Glasgow y el profesor Sir Andrew Pollard de la Universidad de Oxford, que ha sido respaldado por varias organizaciones, como el Real Colegio de Pediatría y Salud Infantil, Unicef Reino Unido y la Asociación Médica Británica. En él, se declara que los niños del Reino Unido han sido “traicionados” por la falta de acción e interés de las autoridades.

En relación con esto, algunas ONG británicas organizaron, en el mes de febrero, la “Semana de la salud mental Infantil” (#ChildrensMentalHealthWeek), bajo el lema: “Mi voz importa” (My Voice Matters).

Y es interesante recordar esta situación durante esta semana, ya que el lema hace referencia a la voz que esos menores no tienen para reclamar y pedir ayuda. Esto se puede relacionar al origen etimológico de la palabra infancia, que son los que no pueden hablar, no tienen voz.

De alguna manera, a pesar de que la historia demuestra todo lo contrario, la idea de que la infancia es una etapa feliz de la vida aún es un tema frecuentemente repetido. La idealización de la infancia o quizás el olvido de nuestro propio pasado, ya que obviamente todos hemos sido niños pero tal vez no lo recordamos, hace que sea crónicamente una población descuidada, olvidada y sin voz. También genera que sea la que más sufre las consecuencias del mundo adulto, en el que viven.

En un artículo mencionado, ya hablábamos de ello con base en algo que es un creciente motivo de horror y vergüenza: el abuso infantil.

Acción que repite la noticia del inicio (los chicos sí sufren: para terminar con el maltrato infantil hay que hacerse cargo y salir del lugar de espectador).

El informe británico al que hago referencia, y que se puede descargar en este vínculo, de alguna manera señala el mismo problema que vemos en todas las áreas que afectan a la infancia: el desatender una demanda concreta, visible y en aumento, frente a la cual, como sociedad, optamos por ser espectadores pasivos.

Es posible que el interés en los días de concientización pueda servir para ver cómo el malestar abarca todas las áreas y cómo estas se interrelacionan. Por otro lado, si sucede en un país rico en diferentes recursos, no es difícil extrapolar a otros países como el nuestro. De hecho, el informe revela, así como ocurre con los datos de la pobreza y la desnutrición en nuestro país y sus consecuencias en la salud, la disparidad entre diferentes zonas, según el riesgo social, en el propio Reino Unido.

Esta relación entre pobreza o disparidad socioeconómica también se notan en las variables incrementadas de obesidad infantil, con sus consecuencias diversas; la salud bucodental y especialmente el incremento en las demandas de atención en salud mental que, por otro lado, resultan insatisfechas.

Los autores dicen que “las muertes infantiles están aumentando… (así como) los problemas de salud física y mental prevenibles… A menos que se priorice urgentemente la salud de los bebés y los niños pequeños, condenamos a muchos a una vida de salud más pobre y potencial perdido. El momento de actuar es ahora”.

Quizás el interés de citar este informe reside en que, si bien los problemas de salud pública en el Reino Unido son varios y sus niveles de prestación son altos a escala mundial, aún vemos el riesgo que está corriendo la infancia.

En diversos informes relativos a este trabajo, señalan la probabilidad y gravedad de patologías según el tiempo que tarde en ser detectado y abordado, algo que conocemos todos los médicos. En función de ello, piden acción urgente en la primera infancia, no solo en acción directa, sino en la posibilidad de conocer el estado real de la población.

Al mismo tiempo, señalan la necesidad de establecer un seguimiento en el curso de la vida, pero remarcando algo bien conocido y es el impacto de las experiencias tempranas. 

En este contexto, la prevención de enfermedades y en nuestro caso componentes socioeconómicos como la desnutrición infantil y el maltrato/abuso en sus diferentes formas; llevan a una situación que empieza recién a preocuparnos cuando emerge bajo forma de conflicto social. Una situación que, de alguna manera, cuando ya es evidente, es tarde.

Posiblemente, uno de los aspectos más notables para establecer un recordatorio en este día de concientización sea la necesidad de dar una voz a los sin voz. También de este informe se desprende que el único criterio es la realidad, y que, si algo está no solo pasando, sino que se está incrementando, como es la incidencia de patología psiquiátrica en todas las franjas, en particular en la infantojuvenil, es una consecuencia de que algo no se está haciendo.

En nuestro medio es muy habitual hablar sobre temas de salud mental, o ley de salud mental, desnutrición infantil, adicciones, así como discutir sobre gran cantidad de propuestas, pero los resultados parecen seguir siendo adversos. Quizás debamos ver qué falla en nuestros debates respecto a la salud y el bienestar. Tal vez sea la inacción.

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