Rafael Jiménez cariñosamente Ñañañá, dedicado por casi 50 años al oficio de zapatero
Rafael Jiménez cariñosamente Ñañañá, dedicado por casi 50 años al oficio de zapatero

Algunos de estos artesanos dicen que los remendadores de calzados escasean porque los jóvenes de hoy en día no quieren dedicarse a realizar este trabajo

La zapatería es uno de los oficios más antiguos. Según algunos historiadores se remonta al 3,500 antes de Cristo, algunos afirman que en todo lugar del mundo existe alguien que realice este tipo de trabajo, sin embargo en los últimos años en este país el remendador de calzados escasea.

En la República Dominicana, en las décadas de los 70 y 80, el histórico oficio del zapatero remendón era tan común que resultaba normal que pasaran por las calles de los barrios los reparadores de calzados que anunciaban “arreglo zapatos, arreglo zapatos”.

Con los años, este trabajo se ha tornado menos frecuente e incluso los pequeños puestos que se convirtieron en puntos de referencia por su antigüedad en los barrios capitalinos también son pocos.

¿Por qué escasean los zapateros?

Algunos zapateros aseguran que esto es debido a que esta ocupación normalmente pasaba de generación en generación y con el transcurrir de los años esta cadena se ha roto.

Otros afirman que con el aumento de las zonas francas y el desarrollo de las importaciones cada vez son menos comunes los buenos zapateros.

No obstante, tras un recorrido por el Gran Santo Domingo, elCaribe constató que no todo está perdido, porque aún quedan unos pocos que continúan dedicando su vida al arte de reparar zapatos.

No todo está perdido

Tal es el caso de Rafael Jiménez, mejor conocido en la urbanización Fernández como “Ñañañá”, quien por casi 50 años se ha dedicado a la zapatería

Rafael tiene dos hijas y un hijo que hoy en día son profesionales de la medicina gracias a este oficio.
La Zapatería Ñañañá es un pequeño quiosco que por más de 43 años ha sido referencia en la calle Heriberto Núñez en la Urbanización Fernández, en este punto de servicios personas de diferentes partes del Distrito llevan a reparar sus calzados.

“Ya no aparecen buenos zapateros porque la juventud no quiere aplicar y aprender esta profesión”, afirmó Jiménez.

Este reparador de calzados y amante de la política declaró a elCaribe que como zapatero sabe ganarse 30 mil pesos al mes. Añade que a su zapatería vienen personas de todas partes, debido a que utiliza las Apps de mensajería como Uber, para que sus clientes le envíen los zapatos dañados y él los devuelva reparados.

Al hablar de los precios de las reparaciones que realiza expuso que el trabajo más costoso que efectúa es la montura del zapato, por la cual sabe cobrar hasta RD$2,000 pesos, así mismo dijo que entre sus precios el más barato es el pegar el calzado con cemento, por el cual sabe cobrar solo 100 pesos o el poner una tapita a un calzado de dama que cuenta alrededor de RD$150.

Zapatero: una herencia familiar

Luis Alberto Rodríguez desde sus 11 años trabaja como zapatero.
Luis Alberto Rodríguez desde sus 11 años trabaja como zapatero.

En la incesante búsqueda del saber si aún existe la cadena generacional del oficio del zapatero, se encontraron varias historias que demuestran que aunque pocas, aún hay familias que arrastran esta herencia.

El barrio de San Carlos es uno de los más viejos del país y que data desde 1685, este sector fue uno de los lugares con más incidencia de zapateros en Santo Domingo, sin embargo con el pasar de los años los remendadores de calzados cada vez son menos visibles en esta zona.

De las pocas y antiguas zapaterías que quedan en San Carlos se encuentra la tienda Lea Taller, que desde la década de los 70 está en la calle Benito esquina Gonzales, número 120, donde tres hermanos que heredaron este oficio de su padre aún luchan por mantener en pie el negocio familiar.

Este es el caso de los hermanos Luis Alberto, José Manuel y Jesús Rodríguez, quienes aprendieron este milenario oficio desde que eran niños.

Luis Alberto empezó en este trabajo a la edad 11 años y hoy en día ya tiene 56 y se sigue dedicando a lo mismo.

Los hermanos Rodríguez han dedicado sus vidas a la reparación y creación de calzados y con este trabajo han mantenido a sus respectivas familias y agradecen el haber aprendido este oficio.

Sin embargo, los años pasan y ya no resulta tan lucrativo como antes. Luis Alberto recuerda: “En los 90 mis ganancias ascendían hasta RD$12 mil semanales y hoy en día no hay vida en la zapatería, ha caído en un 80%”.

Explicó que el negocio de la zapatería va en decadencia y pone como ejemplo lo que antes se ganaba y lo que gana ahora, “ahora los trabajitos que suelen entrar es poner una tapita de una zapatilla, poner el piso de un zapato, el coser una mochila o hacer una correa”, dijo uno de los hermanos Rodríguez.

Otras herencias que permanecen en el tiempo

Samuel De la Cruz heredó de su padre el oficio de la zapatería  Jhonny Rotestán
Samuel De la Cruz heredó de su padre el oficio de la zapatería Jhonny Rotestán

Otro histórico barrio es Borojol, aquí, varios y antiguos zapateros han dejado este oficio a sus hijos como herencia, hecho que es poco común en esta época.

Así lo afirman los hermanos Jonhatan y Samuel de la Cruz, quienes son zapateros porque sus abuelos y su padre lo fueron y ellos han decidido seguir esta tradición familiar que tiene más de un siglo.

Los hermanos de la Cruz son dueños de la zapatería Jonatán, donde reparan zapatos en sentido general. Por casi 25 años han sido el punto de referencia del cruce de calle Caracas con Josefa Brea.

Carlos Grullón, empleado de la Reparadora de Calzados Fé en Dios.
Carlos Grullón, empleado de la Reparadora de Calzados Fé en Dios.

Además de estos jóvenes en Villa Francisca se encuentra el señor Máximo Ramírez, dueño de la Reparadora de calzados y peletería Fé en Dios 1 en la calle Barahona y su segunda sucursal que está ubicada en el mercado de Los Mina.

Don Máximo, por más de 45 años se ha dedicado a la zapatería y le heredó este oficio a su hijo Junior, que hoy en día tiene su propia zapatería en el sector El Edén de Villa Mella, esta se llama reparadora de calzados Ramírez. Junior, además de zapatero, es abogado.

50% del costo del trabajo por adelantado

Miguel García lleva 28 años siendo zapatero en el Ensanche Espaillat.
Miguel García lleva 28 años siendo zapatero en el Ensanche Espaillat.

Debido a que muchas veces la gente que lleva zapatos a reparar se olvida de recogerlos y causa que las ganancias del zapatero queden retenidas, estos han implementado la solicitud del 50% del costo de la reparación por adelantado.

A pesar de que los clientes pagan este adelanto, algunos piensan que pueden buscar sus pertenencias cuando les plazca, razón por la que los zapateros les explican por escrito que después de 30 días sin recoger sus calzados sufren el riesgo de perderlos.

Por encima de estos puntos las personas muchas veces dejan en el baúl del olvido sus calzados y no los vuelven a buscar, motivo por el cual los reparadores embellecen más el zapato y los ponen a la venta al público.

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