Familias lloran a las víctimas de la explosión mientras otras buscan conocer sobre el paradero de sus seres queridos

Lo que hace cuatro días parecía ser un lunes común y corriente, cambió por completo la vida de José Correa, tras la inesperada partida de su esposa, Jorgelina Ravelo Encarnación, fallecida en medio de la explosión que estremeció en horas de la tarde una zona comercial del centro de la provincia San Cristóbal.

Con su rostro afligido por el llanto, José recordó la última vez que escuchó la voz de su pareja de tan solo dos años de matrimonio, cuando hablaba con ella sobre los planes que tenían a futuro, minutos antes del gran estallido.

Horas después de su conversación telefónica, tuvo que identificar el cadáver de su esposa en medio de los escombros y la humareda.

“Ella era mi compañera, mi amiga”, fue su expresión entre lágrimas al salir de la capilla de la Funeraria La Esperanza de San Cristóbal, en la que eran velados los restos de Jorgelina, a quien describió como una persona alegre, simpática, y cariñosa.

La joven de 34 años murió mientras se desempeñaba como gestora del área de negocios de la sucursal del Banco de Reservas próxima a la zona de la explosión, siendo uno de los primeros cuerpos encontrados e identificados luego del fatídico suceso.

“Tenía más de cinco años conociéndola como compañera, y muy buena amiga, muy eficiente en todo lo que ella hacía”, dijo una de las compañeras de trabajo que acudió a despedir a la Jorgelina, y solidarizarse con sus familiares y allegados en su pesar.

Sin saber de sus parientes

El dolor y desesperación que dejó a su paso la devastadora explosión, también se observaban en los semblantes de los miembros de varias familias que buscan a sus seres queridos que habían reportado como desaparecidos luego de enterarse que estaban presentes al momento del estruendo.

En los alrededores del Hospital Regional Docente Juan Pablo Pina, son decenas las personas que tras la tragedia han visitado por horas con la esperanza de obtener información de aquellos que hasta el momento de hablar con reporteros de elCaribe desconocían su paradero.

En su ilusión de que sus parientes estén con vida, se agrupaban a las afueras del centro de salud para esperar que los médicos o las autoridades dieran información de sus familiares.

Este era el caso de Mariana Báez, quien desde tempranas horas permanecía sentada frente al centro hospitalario con la esperanza de recibir una respuesta positiva del paradero de su sobrina, Karina Heredia Pérez, de 29 años, quien ejercía como contadora en uno de los comercios que resultaron afectados con el siniestro.

Relató que desde que se enteraron de la noticia el pasado lunes, llamaron insistentemente al celular de la joven que no han logrado encontrar entre las clínicas y hospitales de San Cristóbal y Santo Domingo, a los cuales han acudido.

“Todavía no la tenemos a mano, no sabemos nada de ella”, comentó Mariana.

Otra que, minutos después de la explosión, intentó comunicarse con su pariente fue Ángela Linares, sin embargo no tuvo éxito.

Narró que la esposa de su primo, quien está ingresado en el hospital, salió a comprar unas telas junto a esta en uno de los establecimientos del área para suplir el negocio que ambos compartían, pero no regresó a casa, donde la esperaban sus hijos.

“Él está muy grave y quemado, y ella no sabemos dónde está. Esto es terrible, pero hay que tener fe de que la podamos encontrarla y Dios pueda hacer el milagro, porque hay muchas personas regadas en varios lugares, nadie sabe”, dijo con su mirada triste.

Igual situación es la de Rubén Darío, quien no conoce lo que pasó con la pareja de esposos que pertenece a su familia, los cuales se habían trasladado a una de la tiendas a comprar unas telas justo en el instante del siniestro.

“Esta es una situación desesperante tanto para los familiares como los amigos y los vecinos, es algo triste. La esperanza que tenemos todos es que los encuentren, pero ha sido demasiado fuerte, hay que agarrase primero de Dios”, expresó con su voz entrecortada.

Esperan mejoría de los heridos

Los rostros preocupados también se reflejaban entre los parientes de los heridos que fueron trasladados al hospital municipal con graves quemaduras y otras lesiones.

Esta es la incertidumbre que se apoderó de Franchesca Nivar, quien ha vivido momentos de angustia, al estar por horas en las afueras del hospital, aferrada la fe de que las quemaduras de su padre, Faustino Niva, mejoren al permanecer en la unidad de cuidados intensivos del centro de salud.

Contó que su progenitor acompañó a su esposa a la zona donde se generó el estallido, y resultó impactado. “Él fue a ayudar a la esposa a comprar unas cosas y se quedó afuera esperándola en el motor y ella entro a la tienda. Él está muy quemado pero ella no ha aparecido todavía”, expresó.

Ayudas humanitarias

En medio del trágico panorama, la solidaridad también es un factor que impera en la zona con la integración de grupos humanitarios que ofrecen ayuda de forma desinteresada a los afectados y sus familiares.

Voluntarios de diversos organismos y personalidades también se mantienen entre las calles del hospital Juan Pablo Pina y otras zonas ofreciendo bebidas energizantes, agua, alimentos, y otros recursos a las personas.

Las ayudas en los alrededores del hospital, y también en la zona cero, por igual provienen de donaciones hechas por personalidades del área, así como como aspirantes a cargos políticos.

Asimismo, se han habilitado diversas edificaciones para que sirvan de centro de acopio para distribuir las ayudas a los afectados por la explosión.

Parte de los alimentos y bebidas donados también son dados a los miembros del cuerpo de bomberos y demás personal de rescate que se encuentra realizado las labores en la zona del desastre.

Por igual, organismos gubernamentales trabajan en el abastecimiento de agua, alimentos enlatados, medicamentos y otros insumos para el suministro a los sobrevivientes de esta lamentable tragedia que ha conmovido a la sociedad dominicana.

El estallido sorprendió el lunes a San Cristóbal

El hecho que enlutó a la provincia de San Cristóbal y mantiene consternado al país, se reportó pasadas las tres de la tarde del pasado lunes 14 de agosto. Datos señalan que se originó en un comercio de la zona céntrica de la provincia, entre las calles Dr. Brioso y Padre Ayala, en Villa Valdez. El impacto provocó el incendio y destrucción de edificaciones y comercios, así como de varios vehículos. Las víctimas y los afectados permanecían en las calles y los establecimientos o dentro de vehículos que estaban en el lugar.

Tragedia
José Correa fue el primero en identificar el cuerpo de su esposa Jorgelina horas después de la explosión.

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