Dos rumores han salido a camino esta semana: la supuesta reunión entre Abel, Leonel, Danilo y Miguel Vargas; así como una tal “Operación Anguila” (con nombre y todo) que desataría el Ministerio Público contra personas ligadas al sector eléctrico.

Es común que iniciada la campaña electoral surjan cuentos de hadas, sobre todo si se busca beneficiar o afectar a una acera y color en específico.

En el caso de la reunión “ultra secreta” hay medias verdades. Por ejemplo, no es mentira que tanto la Fuerza del Pueblo como el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) mantienen conversaciones para concretar alianzas en varias plazas que son vitales. Lo que sí carece de sentido es que Leonel se sentaría solo, sin nadie más, con Danilo, Abel y Miguel Vargas (prácticamente 3 contra 1) a negociar un tema tan neurálgico para el porvenir político.

En el punto de la presunta “Operación Anguila” (y repito, ya tiene nombre y todo), es más complicado y hasta peligroso.

Es complicado porque no se dudaría que pudiera ocurrir, pues por todos es sabido que la Procuraduría General de la República (PGR) ha filtrado históricamente datos a periodistas o medios “amigos” para que se dé a conocer alguna información sin que se sepa que salió de ahí.

Es complicado porque no creo que al Gobierno le convenga, en plena campaña electoral, que el Ministerio Público actúe en consecuencia, amén de que el trabajo de la PGR no tenga nada que ver con la política. Y de hecho, nadie pone en duda el nombre de Miriam Germán Brito, pues su buena reputación le precede. Sin embargo, en tiempos de política todo comunica. Y cada paso que se da tiene un porqué, y ese porqué produce un impacto mediático que no necesariamente podría corresponderse con la realidad.
Y finalmente, ese punto resulta peligroso porque con los ánimos del activismo político caldeados, cualquier insensatez podría traer consecuencias fatales.

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