“A ese no le hacían caso cuando chiquito”, “Dime lo que presumes y te diré de qué careces”, “No es más que una carreta vacía. Se encarga de hacer ruido por donde pasa, precisamente por no llevar nada que le dé soporte”.

Vivimos un momento histórico, en el que una sola palabra se ha convertido en el centro de una gran parte de la sociedad dominicana, y es “Yo”. Todo es “yo soy”, “yo tengo”, “yo sé”… cosa a la que sin darte cuenta le has permitido evitar que encuentres en tu interior verdaderamente quién eres. A veces pienso si soy especie en extinción, porque el promedio de las personas encaja con las frases señaladas al inicio. Los individuos miden su valor por lo que llamaría un nuevo termómetro social, engañador, pero alimento precisamente de ese yo, y es a través de las redes sociales, la palabra “like” o lo que es lo mismo en español “me gusta”. Esto puede ser por una frase, fotos íntimas de eventos familiares, los cuales deben ser importantes solo para quienes los viven, logros, eventos sociales y, especialmente, lugares visitados y viajes realizados. Entiendo que lo que se cuidaba celosamente hasta hace poco, la intimidad personal, dejó de existir, debido a que se ha vuelto necesario para una gran cantidad de la sociedad encargarse de que le roben algo tan preciado como esto.

Nacemos con un ADN único, irrepetible, que hasta luego de la muerte nos identifica. Sin embargo, el fenómeno de divulgar sus vidas a través de medios en segundos se extiende al lugar más recóndito de la tierra (si se pudiera llevar a la luna se llevaría), es fuente generadora de grandes problemas emocionales, tanto al que lo hace como a aquel que le da seguimiento, que sin querer empieza a hacer una comparación permanente de todo eso que llega a sus sentidos, trabaja en su mente y afecta completamente su conducta. La comparación y competencia, que difiere completamente de competitividad, está dañando familias completas sin importar clase social ni edad de los miembros que las componen, los más afectados son nuestros jóvenes. Estos últimos que ven tantas perfecciones, logros, exhibicionismo de bienes materiales, terminan creyendo que el hogar donde viven, con las imperfecciones típicas que tiene cada familia, no sirve para nada. Pero no se queda aquí, a las parejas, que empiezan a hacer comparación con “aquellas”, les provoca cuestionamientos en su relación que jamás habían tenido. Cuidado con el manejo de estos medios, los cuales no sabes hacia dónde nos llevarán, porque se ha dejado de ser individuo para convertirse en manada.

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