En una discusión reciente con amigos de toda la vida, miembros del grupo “Amigos desde Chiquiticos”, de mi campo, debatíamos acerca del papel de los bancos en nuestra economía y nuestras vidas y cómo estos pueden ser aliados en los planes y en la mejoría económica. Cuando hablo de mejoría no me refiero necesariamente a que usted “tiene cuartos” o es millonario.

Me atreví a decir que muchas veces resulta imposible, o tomaría demasiado tiempo, comprar una nevera, un carro, o una vivienda, si usted no logra que una entidad bancaria le sirva de “pie de amigo” o de sombrilla y le abra un crédito de varios años, en función de sus ingresos y capacidad de pago.

Algunos de mis amigos (panas, en el lenguaje de pueblo), todavía insisten en ver a las entidades de intermediación financiera como odiosas y algunos le echan hasta sus San Antonio (lo cual es un error), porque –según su percepción- sólo buscan lucrarse y ganar plata, olvidando que los bancos necesitan generar beneficios por sus servicios. Tampoco son centros de beneficencia pública.

Los bancos son intermediarios entre los depositantes (personas que depositan dinero en cuentas bancarias) y los prestatarios (personas y empresas que toman préstamos). Además, proporcionan una variedad de servicios financieros, como cuentas corrientes, cuentas de ahorro y servicios de inversión.

Los bancos tienen empleados, pagan seguridad social, regalía pascual, energía eléctrica, etcétera. Es innegable que deben obtener ganancias por su labor. Y, de hecho, el año pasado, los tres principales bancos de República Dominicana reportaron ganancias netas de RD$60,438.3 millones, después de impuestos.

Esto no significa que debamos ver a los bancos como enemigos. Más bien, deberíamos considerarlos como amigos o potenciales amigos que nos apoyan o podrían hacerlo en momentos difíciles y nos garantizan confidencialidad. El banco no sale a la calle a informar que usted tiene dificultades para resolver una situación equis y que acudió a él. Nunca lo hace.

Usted debe entender que no podemos defraudar a este amigo, porque podríamos perder su confianza y, por ende, su apoyo.

Si usted tomó un préstamo, tenga claro que debe cumplir; no es un regalo para irse a la playa, consumirlo y luego “hacerse el loco”. Si lo hace así, usted está echando al piso el primer elemento que el banco tomó en cuenta para abrirle las puertas: La confianza y la honradez.

Debemos entender que la relación con el banco es una calle de doble sentido. Si queremos recibir su apoyo y respaldo, debemos cumplir con nuestras obligaciones y ser honestos en ese “matrimonio”.

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