La primera ronda de las elecciones presidenciales de Argentina, prevista para el próximo domingo 22 de octubre, tiene como telón de fondo una crisis económica que ha llevado a la miseria y a la indigencia a una parte importante de su población; el desgaste del kirchnerismo que apuesta por mantenerse en el poder; y las controversias que han rodeado a la inusual campaña política.

Para que un candidato gane en primera vuelta debe obtener el 45 % de los votos o al menos el 40 %, así como tener una diferencia de 10 o más puntos porcentuales sobre el segundo más votado. De no alcanzar esas cifras, los dos aspirantes más votados irán a un balotaje el 19 de noviembre, mientras que el traspaso de mando está programado para el 10 de diciembre.

La polarización está latente desde que se conocieron los resultados de las primarias celebradas el pasado 13 de agosto. Los estudios de opinión pública proyectan un escenario de un balotaje, que tiene como favoritos a los candidatos de la ultraderechista La Libertad Avanza, Javier Milei; seguido del peronista (kirchnerista) y progresista de la Unión por la Patria, Sergio Massa. En el caso de la aspirante de la conservadora coalición Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, se ha perfilado un tanto rezagada en medio del proselitismo político electoral.

Indiscutiblemente, Milei ha sido toda una novedad, porque es un candidato antisistema, con un discurso frontal, en ocasiones incendiario contra los políticos tradicionales y la forma en que han gestionado la economía, prometiendo cambios trascendentales en ese ámbito.

Milei tiene como reto, refrendar el apoyo conquistado en las primarias, cuando se impuso en 16 de las 24 provincias, algunas de las cuales nunca visitó, pero donde se dio a conocer a través de las redes sociales, su principal plataforma propagandística.

Partido de poder

En cuanto a Massa, representa el continuismo del partido en el poder y tiene como factor debilitante que el país atraviesa por una aguda crisis económica que le ha tocado abordar desde su función de Ministro de Economía, además del desgaste del oficialismo por el prolongado ejercicio del poder, los problemas de imagen de algunos de sus liderazgos relevantes y lo que está calando la posibilidad de una ruptura del poder político hegemónico del kirchnerismo en sectores considerados como sus bastiones, entre ellos, los más pobres y la clase media.

En lo referente a Bullrich, intenta remontar dentro de las preferencias del electorado al mostrarse más aguerrida en sus últimos discursos contra las propuestas de Milei y Massa. Es una candidata ankirchnerista que no pudo sobreponerse a los problemas de cohesión intrapartidaria derivados de las primarias donde fue electa.

Es importante destacar que Buenos Aires es la plaza a conquistar, porque es la más grande demarcación electoral del país, que aporta alrededor de un 40 % de los votos. En esta provincia se renovarán todas las autoridades políticas de elección popular, entiéndase, el presidente de la República, legisladores, gobernador provincial y alcaldes, contrario a otras localidades que decidieron anticipar los comicios.

Una segunda ronda de votaciones, tal y como se proyecta, aumentaría las tensiones en un país donde de por sí existe una alta carga de estrés acumulado, ante el descalabro de la que otrora fue unas de las principales economías latinoamericanas, cuya recuperación debe priorizarse para ir conteniendo el auge de la desigualdad social y la inconformidad ciudadana.

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