Despedir una década nunca ha sido fácil, pero lo hago con el corazón cargado de orgullo del deber cumplido, de haber aprendido a vivir en Constitución y que el Tribunal Constitucional acompañará siempre mis andares por mi vida personal y profesional, que he sido una servidora constitucional y seguiré siéndolo por el resto de mi vida, pero 10 años después es hora de decir hasta pronto.

Estas líneas son para expresar mi agradecimiento eterno al magistrado Milton Ray Guevara por haberle brindado la oportunidad a una joven mujer que vino con una maleta cargada de metas y sueños por cumplir, con unas ganas enormes de devolver al país y a la sociedad los frutos obtenidos en tierras extranjeras, pero teniendo claro que nada hubiese sido posible sin el aporte de todos y cada uno de los dominicanos que con tanto esfuerzo contribuyen al fisco para que se creen oportunidades como las que yo tuve de estudiar en el exterior.

Sin decir quién era, de donde vengo o relaciones familiares, me presenté con currículum en mano y mucha insistencia donde usted, recibí un sí sin titubear y ese día empezó mi carrera constitucional, la cual ha sido mi mejor experiencia laboral, me ha formado de forma holística y con ella he crecido emocional, personal y profesionalmente, llevaré conmigo la bendición de tener una hija que nació en Constitución.
Trabajar al lado del Magistrado Ray Guevara nunca tendrá precio o comparación alguna, un hombre de Estado y unas de las mentes más brillantes que tiene la República Dominicana sin lugar a dudas. Tengo el privilegio de ser su amiga, de usted ser mi compañero de pláticas interminables y de darme una visión de la vida que muchas veces yo dejaba escapar, me llevo todas las horas de calidad dentro y fuera de la oficina que me ha dedicado. Llevaré las posiciones contrarias, los acuerdos, las risas, la preocupación del quehacer nacional e internacional, compartir la pasión por el deporte, solo que usted siempre elige malos equipos como las Águilas o Argentina al mundial, pero, sobre todo, su fiel lealtad y apego a los preceptos constitucionales, el respecto de la dignidad humana y la protección efectiva de los derechos fundamentales.

Tengo claro que esto no es una despedida, sino un hasta pronto, porque en el Tribunal Constitucional quedan amigos entrañables desde jueces, letrados y personal administrativo, porque sé que donde sea que vaya, no habrá un Milton Ray Guevara que ha sido un padre, al punto de llevarme al altar, un magistrado como Víctor Joaquín y sus consejos, o darme amigos como los magistrados Hermógenes, Wilson, Leyda, Ayuso, Lino o Bonelly; tener el privilegio de tener pláticas interminables con el magistrado Gil, Vargas o Jottin, compartir la fe con la magistrada María del Carmen, la posición sobre el porte de armas con el magistrado Valera y haberme despedido realizando la actividad creé y que es mi legado más preciado, la simulación del pleno del Tribunal Constitucional por jóvenes a petición de la magistrada Alba Luisa Beard.

Espero poder siempre recibir un abrazo tan sincero como el que me da don Genaro al verme, un hola tan lindo como el de Luis Solís o personas tan insistes en saber de mi como Violeta, Orfa, Kazuhanis y Vanessa; o mejores amigos como Pamela Medina, Kelvin Herrera, Chanel y Ana Gisselle, y muchas otras personas que llevo en mi corazón.

¡Hasta pronto familia constitucional!

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