Hablar de agravamiento en la crisis haitiana equivale casi a una perogrullada, debido a que el deterioro social, económico y político tocó fondo desde hace tiempo. De hecho, lo que se teme como guerra civil es ya una realidad palpable con las bandas criminales. Pero ciertamente ha surgido en las últimas horas un ingrediente aún más preocupante porque el primer ministro Ariel Henry está impedido de regresar a Haití y el gobierno de Estados Unidos, que era su virtual apoyo en el poder, le habría pedido que renunciara. La negligencia de la comunidad internacional frente al drama haitiano es cada vez más palpable e irritante. Será rezar lo que queda.

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