Generalmente cuando se habla de maltrato, abuso o violencia se asocia con golpes y/o heridas de naturaleza diversa. Sin embargo, existe un conjunto de agresiones que no conlleva implicaciones físicas sino psicológicas y emocionales, que en muchas ocasiones pueden tener consecuencias tan o más peligrosas y que están sancionadas con prisión y multa por la legislación penal.

En el último trimestre del pasado 2022 un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) en colaboración con el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM) reveló que en República Dominicana la violencia psicológica es la más común entre parejas y que se relaciona directamente con trastornos de depresión, ansiedad, estrés postraumático y pensamientos suicidas.

La violencia psicológica atenta contra la integridad emocional de las personas, usualmente de forma sistemática y causando a la víctima sufrimiento, desvalorización y luego manipulándola con sentimientos de culpa.

De acuerdo a informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el peor aspecto del abuso es justamente la tortura mental y posteriormente la indiferencia ante el daño causado.

Tristemente, se trata de una conducta que abunda en las relaciones de pareja, principalmente por la necesidad de una parte (casi siempre la que tiene algún tipo de complejo de inferioridad) de mostrar dominio y poder. Sin embargo, por la poca visibilidad de los síntomas de este tipo de violencia, existen pocos registros de ella y resulta más difícil combatirla.

Es necesario identificar a tiempo y denunciar esta forma de agresión castigada con sanciones de prisión y multa en nuestra Ley no. 24-97 sobre violencia intrafamiliar. Según numerosos estudios, esta modalidad de maltrato suele reflejarse mediante tono agresivo, humillaciones, poner en tela de juicio la cordura de la víctima, indiferencia emocional y desapego, amenazas frecuentes de separación y abandono del hogar en parejas, y sobre todo, negación de la violencia misma y atribución de responsabilidad a la víctima de los episodios de maltrato.

Este tipo de agresor también utiliza como arma la intimidación y suele ser una persona que se irrita con facilidad, lo que no permite momentos de paz a la víctima porque la mantiene en un constante estado de alerta.

A diferencia del maltrato físico, que suele ser evidente, es más complicado percatarse de casos de violencia psicológica y emocional porque no deja huellas visibles, pero es esencial prestar delicada atención a los detalles y estar pendiente de posibles síntomas antes de que el daño ocasionado sea devastador.

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