La sociedad del espectáculo, como escribió el escritor Mario Vargas Llosa, sigue relegando o descarrilando el mundo que dejamos atrás -del que con tanta nostalgia nos escribiera Galeano, Benedetti, Coelho, entre otros- para entrar en otro donde fama y dinero (que es igual a consumo y poses) marcan los derroteros de esta postmodernidad de valores invertidos y donde la humanidad se fue al carajo. Por ello, hoy dos bullas mediáticas nos consumen; por supuesto, una más escandalosa y rentable -la de Shakira-Piqué- que la otra, aunque, esta última, menos ruidosa pero igual en fracaso -la de Vargas Llosa y su última aventura amorosa-. Ambas desgracias, sintetizan el fracaso y la derrota: de una loba despechada y un bardo herido que quizás sea perdonado, como han escrito-sugerido algunos amigos del novelista (apelando a la indulgencia de su exesposa Patricia -tal vez, o seguro, sin que el escritor lo haya motivado-), y vuelto al remanso del amor verdadero (!Pobre Vargas Llosa!, “cazador cazado”).

En eso hemos convertido la humanidad: en un espectáculo de redes sociales y guerra de despecho y desamor, mientras lo trascendente -el hombre y su hábitat- se va por la cloaca de un mundo espectáculo a costa de ser espectadores y partícipes, al mismo tiempo, de un negocio -el de la política, una gendarmería universal-regional -ONU-OEA (ambas habidas de reformas)- y las trivialidades más espantosas- de “capaperro” donde la humanidad es un trapo y el poder se ha hecho cada vez más indiferente y rentista; o cuando no, de uso exclusivo de una oligarquía o élite variopinta internacional -empresarios, políticos, ciberdelincuentes y sicarios del periodismo-. Súmele, al cuadro, todos los fanatismos habidos y por haber. !No vamos bien -y hace rato-!

Y aún así, la gente se entretiene en una democracia de desahogos, redes sociales y políticos empresarios o viceversa que hacen su agosto; y el eco del extinto escritor Arturo Uslar Pietri -La marcha de los pendejos- es un remoto recuerdo de cuando cierta cabeza pensaba lo social y escandalizaba diciendo cosas de interés universal. De eso ni sombra; si acaso, una loba y un escribidor en orfandad y ocaso…(gracias a Dios, que, antes de irse de bruces -tras un devaneo-, nos legó ensayos y novelas fantásticas). De la loba, sólo un ajuste histórico y a la vez justo: prohibido callar y aguantar (¿no nos las están cobrando?); aunque de Napoleón y sus cuernos nadie se acuerde (!Ay, Josefina, que gozó!).

Pensándolo bien: estamos todos paranoicos, pues el que no consume noticias falsas y redes sociales (si acaso logra soltar el celular); y encima, seguimos siendo, a pesar de los avances científicos-tecnológicos (y de lo que Yuval Noah Harari prefigura a futuro), Pithecanthropus erectus. ¿O no?

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